Todavía siento en mi piel la emoción efervescente de la espera. Mi corazón late y el test de embarazo parpadea como en un baile donde sólo se permite bailar agarrados y al compás.
Me acerco impaciente y de un
salto por si veo algún resultado y siento que la adrenalina inunda cada
rincón de mi cuerpo. Todavía parpadea pero lo intuyo. Se que estoy embarazada. “¡Embarazada!
¡Eso son palabras mayores!-Me digo-” Sin embargo lo deseo con tanta intensidad que
siento que me puedo desmayar de un momento a otro.
Estamos mi amiga Guada y yo en el
baño de la oficina. De vez en cuando descargo mi impaciencia estrujándola entre mis brazos y
dando saltos como si fuésemos adolescentes
-¡No puedo más con la espera! -
-¡No puedo más con la espera! -
Por fin deja de parpadear y
me quedo helada. Tomo aire y me dirijo hacia el aparatito.
"2-3 semanas"
Siento que no tengo fuerza en
los brazos pero mis piernas sólo quieren salir corriendo. Casi no puedo ni
respirar. En una explosión de euforia empezamos a dar saltos agarradas como si
hubiéramos perdido el juicio. De repente siento que me desplomo. Necesito
sentarme y llorar como nunca antes lo había hecho. Llorar de una alegría tan
inmensa que no soy capaz de mantenerme erguida. La emoción cosquillea detrás de mis orejas
culminando en un escalofrío. Como una descarga eléctrica que me incita a gritar
con fuerza al mundo entero:
- ¡Estoy embarazadaaaaaaaaaaaaa! -
Por fin se ha cumplido. Estoy
gestando a un ser humano en mis entrañas y me siento tan llena de júbilo e
ilusión que ya no soy capaz de concentrarme en el trabajo.
Aun son las 09:00 de la
mañana y probablemente no vea a Carlos hasta las 18:00h.
Siento una necesidad
imperiosa de contarlo pero se que debo
esperar. Su padre debe ser el primero en saberlo.
Cuando llego a casa de mis
suegros entro corriendo y sin mirar. Una vez registrada hasta la última
habitación de la casa pregunto “¿y Carlos?” Pero Carlos aun no ha llegado. Todavía
tardará más de una hora en llegar.
Me siento en el salón preparada
para levantarme de un salto y mirando cada 30 segundos el reloj... ¡Dios mío! ¿Pero
qué le pasa al tiempo? ¿Es que hoy, precisamente hoy ha decidido ir más
despacio que nunca? ¡Me va a dar algo!
Finalmente decido relajarme
un poco y dejar de mirar el reloj. Puede que así pasen los minutos más deprisa.
Dándole el último trago a un
vaso de agua bien fría siento que sus enormes brazos me rodean por detrás. Casi
se me para el corazón. Me giro y le miro. Ahí le tengo, delante de mí sintiendo
su aliento en mi nariz y no se cómo decírselo.
"Cari.... estoy
embarazada"
No encontramos la cantidad suficiente de besos
y abrazos para celebrar nuestra nueva condición, repitiéndonos el uno al otro
como dos niños:
- Papá… hola papá –
- Hola mamá ¡mamáaaa!
Imposible resistir la tentación de compartirlo
con los demás. A la media hora ya lo sabía todo el mundo.
Aquí es donde empieza la
larga espera. Crees que no vas a tener la paciencia suficiente. Deseas tanto
que llegue el momento que nueve meses resulta una eternidad. Evidentemente no
te queda otro remedio.
Los tres primeros meses. Tres
meses larguísimos que nunca terminan deseando comprobar si realmente hay algo
ahí dentro. Por suerte todos mis síntomas son agradables y llevaderos. Un
principio realmente dulce. Se intensifican los olores. De pronto todo sabe
exquisito y nunca he dormido tan bien ni tan profundamente.
La vida empieza a cambiar de
color. Sin darte cuenta te ves repasando mentalmente recuerdos de tu infancia.
Afloran inseguridades y temores pero también ganas de aprender y superarte.
“¿será niño o niña?”-te
preguntas- Y aunque en principio nuestras preferencias se decantan por el niño
algo me dice que no va a ser así. Con lo que
de repente, después de tener claro el nombre para él, empezamos a buscar
nombre urgentemente para ella.
La primera ecografía y nos
dice “hola” por primera vez.
“¡Dios mío es real! No doy
crédito a lo que veo… ¡Eso es su manita!” Aun no he sido capaz de asimilar que
exista dentro de mí una vida que no sea la mía propia, ni que lata un corazón
que no sea el mío. Por que late. Lo estás viendo. Y aunque sabes que es ley de
vida ahora te está sucediendo a ti. Sí,
a ti. Y realmente te cuesta creerlo “¡Voy a ser madre!”
Unas tres semanas más tarde
se cumple mi predicción y en el privado nos confirman que va a ser una niña y
aunque hay gente que piensa que es demasiado pronto para asegurarlo yo tengo la
certeza, no se por qué, de que finalmente será una niña.
Sabes que estás embarazada,
por fin ya tienes su primer retrato y además sabes que es “ella” pero… ¿cuándo
sentiré sus movimientos? Permaneces constantemente atenta por si sientes algo.
Piensas tanto en ello que casi se convierte en una obsesión “… es la última
prueba que ratificará su existencia” –te dices a ti misma-
Pero llega un día, cerca de
los cinco meses de embarazo, que por fin sientes que se mueve. Sin más, las manos
y el vientre se convierten en uno sólo, pasando el día pegados esperando no
perderse ni una sola de sus pataditas.
Y todavía no tenemos nombre.
Yo
-¿Qué te parece si hacemos una lista, eliminas los que no te gusten y de los
restantes escogemos? -
Mala idea. En la primera ronda
caen todos los nombres que a mi me
gustan
Yo - ¿Lola?
Lola me gusta. O Valentina. ¿Chloè? También es bonito…
Él - ¿Mmmmmm
Carla?
Yo –
¿Carla? ¡Me gusta! Además es la única coincidencia. El único que nos gusta
a los dos a la vez. ¡Adjudicado!
Entre tanto el tamaño de tu abdomen
y el de tus senos sigue aumentando. Aumenta al mismo ritmo que la personita que
crece en tu interior y a pesar de ello nunca antes te habías visto tan estupenda.
Aunque llueva, en tus días hace
un sol radiante, oliendo la primavera en pleno invierno. Le cambias tantas
veces el rostro como le cambiaste el nombre:
-
¿Será rubia o morena? ¿Se parecerá a mí o a su
padre?… ¡Pero qué intriga! -
¡Qué larga es la espera! Pero
sin darte cuenta cada vez está más cerca y entras en el tercer trimestre.
El trimestre más duro. Los
kilitos de más buscan acomodarse en otras partes de tu cuerpo que no sea tu
panza y empiezas a desarrollar tu imaginación inventando sistemas para
conseguir aprovechar unas semanas más esos vaqueros que ya no te pasan. Has
conseguido subsistir con tu ropa pero ya te toca pasarte por la tienda y
comprar algo que te quepa y que te haga pasar los últimos meses lo más cómoda
posible. Ya empieza a hacer calor así que es el momento ideal para hacerte con
vestuario nuevo.
Las noches se hacen largas.
Sólo puedes dormir de lado y aunque sea la posición en la que acostumbras a
dormir, ansías ponerte boca abajo. Ha dejado tan poquito espacio en ti que ya
tienes suficiente con levantarte cada hora al baño.
Sus movimientos se tornan
constantes e intensos. Tanto es así que a veces siento como si me deslizara pendiente abajo en una montaña
rusa. Todavía no ha nacido pero ya somos capaces de jugar juntas. Al darte
golpecitos, ella responde.
Le encanta dormir la siesta
pero eso te inquieta porque no sientes sus movimientos. A veces llegas al
extremo de amasarte desesperada esperando que te dé una patada. Y no paras
hasta que finalmente llega la respuesta y sólo entonces recuperas la calma.
Es viernes, 8 de junio y
tenemos la última cita. La ansiada cita para monitores. Nunca antes había odiado
tanto un color como ahora odiaba el verde. Es la frase que más oiría en las próximas
50 horas: “estás verde” Así es que nos mandan para casa.
A las cinco de la tarde estamos
los dos tirados en el sofá. Él, rodeándome por detrás, me coge de las manos y
yo las comprimo entre las mías con cada contracción. Cada vez se tornan más
intensas y más cercanas hasta que decidimos volver de nuevo al hospital.
Después de dos viajes a casa
finalmente deciden ingresarme. No consigo entender cómo ,sintiendo tantísimo
dolor, no esté realizando ningún cambio fisiológico hacia el momento esperado.
Después de más de 50 horas de
preparto tedioso, como citaba el informe, y con dolores cada vez más intensos e insoportables me “rompen las
aguas” pues no parece que esté dispuesta a dilatar por mi misma. Con esto las
contracciones se vuelven más cercanas y más intensas. Estoy realmente agotada
después de dos días con contracciones sin descanso y sin a penas poder
conciliar el sueño con lo que todos mis proyectos de parto natural se van al
traste cuando finalmente decido que me pongan la epidural. Aquí es cuando te
das cuenta que la preparación al parto no es tal. Tantas noches practicando
respiraciones y a última hora no soy capaz de más que de quedarme encogida de
tanto dolor.
Lo siento profundamente mi niña no haberte ayudado más.
No hago más que pensar que tan
sólo unas horas más y la tendré entre mis brazos. Tan despacio que han pasado
estos nueve meses y que fugaz me resulta allí tirada en la cama esperando
recibirla en cualquier momento.
Cerca de la una de la
madrugada del lunes me veo transportada a paritorio, torpemente apoyada en mi
marido y una de las matronas. Apenas puedo andar debido a la anestesia.
¡Ya esta ahí Cari! No dejamos
de decirnos el uno al otro. Es increíble el nivel de compenetración que se
alcanza en esta situación. Es tan intenso el amor que se respira en el ambiente
que hasta cuesta tomar aliento.
La cabeza asoma y el tiempo
se para. Sientes que tu mente se aísla del exterior y toda tu atención se
centra en eso pequeñito y redondo que asoma entre tus piernas y de repente…
- “¿Quieres terminar de
sacarla tú misma?” – me preguntan -
¿Cómooooo? ¡A eso he venido
señoras! Con ayuda de Carlos consigo incorporarme un poco hasta que consigo
alcanzar su cuerpecito caliente estando sus piernecitas aun dentro de mí. Con
mucho cuidado tiro de ella y la dejo caer sobre mi pecho. Aun siento el calor
de su piel contra la mía. Las lágrimas recorriendo mi rostro y el de su padre,
fundiéndose en una sola lágrima entre besos y abrazos:
¡Felicidades PAPÁ! … ¡
Felicidades MAMÁ! …¡Te quiero tanto! …¡Os quiero tanto que moriría de amor en
este mismo instante!
Todavía está húmeda y ya
busca el pecho. Con ese cabello tan espeso y negro y esos ojos tan abiertos
mirándome fijamente. ¡Es preciosa! ¡Señores es mi hija! ¡ MI HIJA!
No entiendo por qué razón
pero cuando salimos del hospital con Carla en brazos entendí que mi vida ya no
iba a ser nunca la misma. Yo no iba a ser la misma que hasta entonces. Nunca
caminé con la cabeza más alta y nunca pisé el suelo con tanta fuerza. Nunca me
sentí tan feliz y con tantas ganas de vivir.
Ahora Carla ha cumplido un
añito y es nuestra princesita ¡Qué digo! ¡Es la reina de la casa! Ella es el
amor de nuestras vidas y la que hace que nos levantemos cada día con ilusión.
Aquí os dejo una pequeña muestra de la fiesta de cumple que le preparamos y que me trajo de calle un par de meses. Pero nuestra florecilla no se merecía menos.
Como no podía ser de otra forma no podían faltar las flores de papel como elemento principal de decoración en la fiesta.
Al principio pensé que habría demasiada comida ¡pero no sobró absolutamente nada! Las piruletas de hojaldre, las protagonistas indiscutibles de la merienda, tuvieron un éxito inesperado ... no hice suficientes.
¡¡Mmmmmm !! ricos Cupcakes que encargué en Sugar House Gandia. La tienda es preciosa y puedo asegurar que invita a comer dulces hasta empacharse ¡ jajaja !
Éstos y las chuches junto con la tarta de cumple fuero la perdición de los más pequeños...
Una de las cosas que más le gustaron a Carla fueron las galletas. Aquí quiero hacer mención a la persona que las elaboró y que también nos hizo una fantástica tarta de cumple: Rosa de Sucre que debido a un mal entendido tuvo que repetir la tarta. Se lo quiero agradecer profundamente. ¡¡ Es una verdadera profesional !!
¡ Gracias Rosa!
Y llegó el momento de LA TARTA
¿¿Verdad que está genial??
Y después de soplar ..... Confetiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!
Esos paquetitos de confeti son muy originales y queda genial ver como caen los pedacitos de papel de seda de colores ... Prometo explicar como hacerlos en otro post ;)
Y el momento más esperado ...¡ LOS REGALOS!
La verdad es que salió todo mejor de lo que me esperaba. Fue un duro trabajo editando el diseño para la decoración de botellines, tuppers, y cartelitos ...
Cuidando cada detalle ...
Pero la ocasión merecía muchiiiiiiismo la pena, ¿no creéis?
Y hablando de detalles .... Partiendo del retrato principal que presidía el banquete, hice unos detallitos muy monos para cada uno de los invitados. Consistía en una reproducción en miniatura del retrato y que además es un imán ¡¡Queda genial en la nevera!! (También prometo hacer un post al respecto ;P)
¿Qué os parece?
En fin quería hacer un homenaje a lo que más quiero en este mundo, mi hija Carla, y creo que al final todo estuvo a la altura ... ¿Qué opináis?
¿Cuál sería la temática para tu cumple? ....
¡Hasta pronto Cometas!